PROSA A LA SOLEDAD DE SAN FELIPE
Tristes volutas de incienso
Visten de negro el dulce encuentro
Madre de San Felipe ¿A dónde vas?
Pregunta una niña en brazos de su incesante padre…
Hija mía, dice el devoto padre:
Va en busca de su hijo, porque El Ha Muerto…
Custodiada por miles de devotas cargadoras
Camina la madre dolorosa buscando a su hijo Sepultado
¡La Soledad de San Felipe! exclama una anciana peregrina…
Ella va vestida de riguroso negro,
Bordados de angelicales manos plasman el sentimiento
De dolor en tus sagradas vestiduras.
Seis lágrimas brotan en su divina mirada, unidas a un solo dolor,
El Martirio sufrido por su Yacente hijo.
A su encuentro salen miles de feligreses
Que acompañan con amor a la Madre Doliente,
Bellas alfombras, de tejidos colores,
Hechas de aserrín teñido,
Una plegaria y un suspiro de bellas flores…
Que con amor engalanan el dolor sufrido…
El caminar es largo y cadencioso
Sin embargo ella sigue en busca del amor de los amores
Las tinieblas del ocaso antigüeño,
Se hacen presentes en este magno cortejo,
Miles de velas encendidas a tu paso lento por la plaza mayor,
Marchas solemnes marcan el caminar de las cargadoras…
¡Oh Madre de Soledad! No llores,
Solo de ver tu mirada de amor, me inspiras a seguir caminando junto a ti madre…
A pesar del calor y del frío, madre no te dejare sola…
Llorando junto contigo, Madre, sigamos caminando.
El reloj de la calle del arco, marca casi las 23:00 hrs.,
Dolor y llanto,
Las oraciones envueltas en el manto sagrado,
Liberan el cansancio de la Madre de Soledad,
Causadas por el sereno de la noche
De rodillas hacen encuentro
Sus hijos de la aldea de San Felipe,
Para así acompañar a la dulce Madre de Soledad a su última Jornada,
Todo se ha consumado,
La Soledad de San Felipe derrama sus bendiciones a sus hijos devotos
Que fervientes prometen acompañar a su amada Madre
En busca de su Yacente Hijo
Carlos Garrido |
