QUIÉN LLEVA LA CRUZ
 

 

QUIÉN LLEVA LA CRUZ

 

 

 

El sonido del clarín marca el silencio, son las cuatro de la tarde en el monumental templo de La Merced, la blanca tunicela nube de terciopelo se mueve apaciblemente recibiendo la tierna caricia del incienso y la mirra, el manto de color morado de Jesús consagrado nos indica que hoy es el  momento de la conversión, hay suspiros, lágrimas y preguntas:  quién va cargando la cruz, ¡es el Rey!, el Rey que custodia a sus princesas que van vestidas de blanco y negro cantando al amor de los amores “Gloria a Cristo Jesús , Cielos y tierra bendecid al Señor”.

 

 

El pueblo reunido en la amplia plazoleta que como rebaño espera a su pastor soberano, suspiros que se escapan, plegarias que se pierden en el pensamiento y alabanzas en el domingo de Cristo Rey, las rosas de colores festivos, de matices delicados, hermosa alfombra tendida a los pies del Señor, - El niño le pregunta a su padre a dónde llevan a Jesús, esbozando una sonrisa inocente de su tierno corazón.

 

 

Los niños incensantes dibujan con ternura en el aire un. “Señor te amo” el Señor les sonríe, dejándonos claro como lo dice San Marcos en su evangelio “Y quien recibe en mi nombre a un niño como éste a mi me recibe”. hay aserrín pintado en las calles empedradas, hay flores, hay pino también hay semillas y olor a tierra mojada, de los balcones se escapan tímidamente los olores cuaresmales de los incensarios de barro que han sido moldeados a mano por el artesano que ha dejado plasmado su amor y habilidad en las retorcidas figuras que gozosas ven tu lento caminar.

 

 

Los tamborileros van marcando el paso del Colocho, de Jesús Consagrado, de Jesús de La Merced, las fachadas de las casas lucen luminosas recibiendo el brillo verduzco de las yedras que se columpian marcando el paso, de los tejados se empinan florecías amarillas  llenando de luz la tarde de domingo, tarde del Señor, los delicados hombros de abuelas, hijas, nietas, mamás solteras, y viudas esperan llevar en hombros al amor de sus amores, cuántas plegarias en esta tarde de domingo, de la mujer amada, de la mujer maltratada, de la mujer engañada de la mujer explotada.

 

 

Resuena en mis oídos parte del Evangelio “Si eres el rey de los Judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Hay burlas que son tan crueles, cuántas burlas podemos soportar  con sencillez  como las soportó el Maestro.  Sigue diciendo el evangelio, le pusieron un letrero en tres idiomas “Este es el rey de los Judíos” ¡No! “Este es el rey de todos los hombres”. Caminos que caminas a dónde te llevan, te llevan a la redención o a la perdición. “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en el mar”. 

 

 

Pues las flores se marchitan, las lágrimas se evaporan, la paz en tu corazón estará presente si todavía la mirada de un niño y Jesús de la Merced hacen que tu corazón se vuelva niño o se vuelva santo.

 

Noviembre año 2010

 

 

 

 

Tomás Ixcamey González

 
 
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